SÍNDROME DEL TRABAJADOR QUEMADO


                                           SÍNDROME DEL TRABAJADOR QUEMADO
                                                                      (BURNOUT)

 El Síndrome del trabajador quemado o Burnout es la consecuencia de un prolongado desgaste profesional que puede derivar en múltiples síntomas.
 A pesar de que los nuevos manuales sobre trastornos mentales no lo recogen como tal, la prevalencia en nuestra sociedad actual nos indica que algo no estamos haciendo bien y que es urgente encontrar una solución.

CAUSAS

 El principales detonador de este síndrome es el entorno laboral y las condiciones de trabajo.
 La exposición de manera prolonga a altos niveles de estréscarga de trabajo excesiva, poca autonomía, malas relaciones laborales, ausencia de apoyo en su entorno, falta de formación para desempeñar las tareas,  entre otros, pueden provocar un estrés crónico que desemboque en Burnout. El vínculo entre estrés y Burnout es muy fuerte.

SÍNTOMAS

 Según propone la psicóloga social Christina Maslach, este síndrome es tridimensional, encontrándose dentro de estas dimensiones, por orden de aparición: el agotamiento emocional físico, como una respuesta al estrés; la despersonalización, traducida en el grado de indiferencia y apatía hacia el trabajo y las personas relacionadas con él y, por último,  la reducida realización personal, caracterizada por la tendencia a realizar una autoevaluación negativa.
¿Cómo puede una persona saber si lo padece? Los síntomas se pueden categorizar en cuatro grupos:

- Síntomas psicosomáticos:
  •  Dolores de cabeza 
  • Molestias gastrointestinales
  •  Problemas de insomnio
  •  Taquicardias

- Síntomas conductuales:
  • Problemas relacionales
  • Absentismo laboral
  • Comportamientos agresivos
  • Impaciencia e irritabilidad
  • Comunicación deficiente
  • Bajo rendimiento laboral
- Síntomas emocionales:
  • Distanciamiento afectivo
  • Ansiedad
  • Nerviosismo
  • Aburrimiento
  • Baja autoestima
  • Poca realización personal
- Síntomas defensivos:
  • Negación de los síntomas anteriores
  • Desplazamiento de estos sentimientos a otros ámbitos
PREVENCIÓN

 Existen medidas para prevenir la aparición de estos síntomas, siendo la empresa uno de los protagonistas indiscutible en el establecimiento de estas medidas. Lo primero que se debe hacer es evaluar las situaciones que generan el estrés y la ansiedad en el trabajador y llevar a cabo las medidas oportunas para intentar reducirlas.
 Una manera de reducir estas situaciones, es mejorar la organización de las tareas y dotar a los empleados de las herramientas necesarias para que puedan desempeñar su labor dentro de la empresa de manera adecuada y evitando la sobrecarga laboral.
 El otro gran protagonista es el trabajador. Éste puede adquirir una actitud más asertiva, estableciendo una relación comunicación con la empresa y con los compañeros. Defendiendo siempre sus convicciones y derechos, y respetando los de los demás.
 Otra de las medidas llevadas a cabo de la mano del trabajador es modificar las expectativas laborales para que sean más realistas. No se trata de que renuncie a sus aspiraciones, sino de ajustarlas a la realidad, viendo la situación como una oportunidad de crecer en otros ámbitos diferentes de los que se había propuesto inicialmente.

TIPOS

El Síndrome del trabajador quemado puede dividirse en dos tipos:
Burnout activo: el empleado mantiene una conducta asertiva. Se relaciona con elementos externos a la profesión.
Burnout pasivo: predominan los sentimientos de retirada y apatía. Tiene que ver con factores internos psicosociales.

DIAGNÓSTICO

Para poder realizar un correcto diagnóstico, es necesario que los especialistas conozcan los síntomas y llevar a cabo una entrevista clínica, donde se utilicen las herramientas necesarias para averiguar si estamos ante un caso de Burnout.

TRATAMIENTO

Para llevar a cabo una adecuada intervención, será necesario que la persona se ponga en manos de un profesional. Entre las pautas que se recomiendan seguir, están:
  • Reducir los niveles de activación: para ello lo más recomendable es realizar una reestructuración de las tareas, llevando a cabo una organización más óptima. Si estas medidas no están en la mano del empleado, y la empresa no colabora, lo aconsejable es que la persona encuentre un momento del día para realizar actividades de ocio o deportivas.
  • Modificar los esquemas mentales: frases del tipo "Si no hago las cosas perfectos no están bien hechas" mantienen el problema. La mayoría de las veces los resultados no dependen única y exclusivamente de una persona.
  • Establecer nuevos retos: identificar nuevas metas y desafíos. Para conseguirlo podemos dejar de realizar las actividades de manera automática y hacerlas más conscientes. Para ello podemos ayudarnos de técnicas como el Mindfulness que nos dota de las herramientas necesarias para desarrollar la atención plena que nos permite, a su vez, ser conscientes de los que hacemos a cada momento y nos ayuda a centrar nuestra atención en esa actividad y en ese momento, dejando de lado pasado y futuro.
  • Disfrutar por hacer las cosas bien hechas: esperar únicamente la gratificación económica a final de mes puede ser un error, ya que contribuye a perpetuar la indiferencia. Es importante entender que las recompensas nunca van a ser al 100% porque la perfección no existe, por lo que, disfrutemos de nuestro trabajo bien hecho.

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